Conocí a Benjamín Carreres el año pasado en una exposición que hizo por ferias en San Clemente, pocos minutos antes de que fuese clausurada. Fue un breve encuentro con él y su obra, materializada a partir de objetos desechados por obsoletos por una sociedad tan consumista como la nuestra. Es en esa visión diferente de las cosas donde el artista, guiado por su instinto y ojo crítico, toma distancia del resto de los mortales, distinguiéndose por crear cosas inverosímilmente bellas con materiales en los que otros solo vemos trastos viejos y basura.
El título de la obra «El objeto cotidiano» es heredero de otro que le antecedió, «Segona Vida» en valenciano, o sea, una segunda vida en la que el objeto cotidiano inútil volverá a recuperar un espacio privilegiado en nuestra casa pero ya como obra de arte.
Texto de Luis Jiménez para Escalopendra